Traducción
Este es un recital Chopin fascinante y bellísimo por un pianista del que hemos escuchado poco en las últimas décadas. Alberto Reyes presenta las dos grandes sonatas y otras obras importantes más breves, en interpretaciones originales, personales y sumamente gratificantes.
En primer lugar, Reyes no tiene prisa. Eso no quiere decir que no sea un virtuoso- el magnífico final de la Sonata en si menor muestra sus atributos inmediatamente. Pero le da a la música mucho tiempo para respirar, y el oyente puede absorber el fraseo amplio y la meticulosidad de los planos sonoros (a veces con manos desfasadas, pero con muy buen criterio). Sus interpretaciones, además, irradian una sabiduría excepcional y una absorta concentración. La parte central de la marcha Fúnebre, la de la Fantasía en fa menor y el movimiento lento de la Sonata en si menor son muy buenos ejemplos: casi sin percatarse, uno se siente transportado a un mundo de una profundidad hipnótica. El sonido de la grabación complementa la belleza de la ejecución.
Tras un comienzo muy interesante -niño prodigio, premios, etc- Reyes decidió que ni la vida errante del virtuoso, ni la vida académica eran para él. En lugar de ello, trabajó de intérprete en las Naciones Unidas, jubilándose en 2007 después de tres décadas en las que dio muy pocos conciertos. Quizás el haber pasado tanto tiempo en medio de cuestiones internacionales vitales haya enriquecido aun más su arte.